Alguien debía haber
calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una
mañana. De esta forma comienza la novela "El Proceso" (Der Prozess), de
Franz Kafka.
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En esta novela se narra el tormento del gerente bancario
Josef K., el cual tras ser detenido, es sometido a un angustioso proceso
judicial carente de cualquier tipo de garantía que le permita defenderse de
forma justa.
Un procedimiento judicial que anulará su vida por completo, ya
que nunca llegará a saber de que se le acusa, quien le acusa, y por qué se le
acusa.
Nuestro protagonista se ve inmerso en un procedimiento
tortuoso; obligado a declarar en dependencias judiciales insalubres, ante
personas y funcionarios excéntricos, y siempre bajo la amenaza de la gravedad de su
caso.
La novela muestra en múltiples ocasiones situaciones
angustiosas, complicadas, y a la misma vez absurdas por las que tiene que pasar
el protagonista; de ahí la famosa expresión “situación
kafkiana”.
Por suerte en nuestra sociedad, la justicia, o más bien en
nuestro sistema judicial, (y en concreto en el orden jurisdiccional penal) el
detenido o imputado goza de múltiples garantías y derechos que le permiten defenderse
y evitar determinadas injusticias, o situaciones arbitrarias; con ciertas salvedades claro
está, pues el sistema no es perfecto.
A diferencia de lo que le sucedió a Josef K., cualquier
persona detenida o imputada por alguna infracción penal en nuestro país tiene
derecho, entre otras cosas, a saber por qué está detenida y los hechos que se
le imputan, a la asistencia de letrado, a un juicio con todas las garantías y a
la presunción de inocencia.
Es esta última garantía, la de la presunción de inocencia,
la que en muchas ocasiones olvidan ciertos medios de comunicación.
¿Quién no ha visto alguna vez la típica noticia en la que se
afirma que el detenido o imputado es un presunto homicida, o un presunto
agresor?
Lo correcto sería hablar de imputado, y no de presunto criminal, o presunto delincuente;
pues de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos "Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa."
Un claro ejemplo de esto fue un caso que se dio en Tenerife,
en el que tras el fallecimiento de una niña de 3 años, se señaló al compañero
sentimental de la madre como presunto agresor, violador, y asesino de la menor.
Durante su detención, este hombre fue insultado y linchado
socialmente; muchos medios de comunicación llevaron a cabo una autentica
sangría contra su persona, y al final, el que se supone que era el presunto
agresor, el presunto violador y el presunto asesino, quedó en libertad sin
cargos; en pocas palabras, se demostró que era inocente.
¿Dónde estaba toda esa gente que le gritaba e insultaba
mientras lo llevaban detenido?
De ellos dijo que no recibió disculpa alguna, no obstante sí
por parte de los medios de comunicación que se habían ensañado contra él, ya
que habían dejado huella de la injusta presunción, y por lo tanto se vieron obligados a “reparar”
públicamente el daño provocado.
Este es un claro ejemplo que nos demuestra que debemos ser
prudentes cuando hablamos o señalamos a alguien, y que evidentemente la presunción es la de inocencia y no la de culpabilidad.
A todo esto, no olvidéis "El Proceso", es una novela muy recomendable.