lunes, 29 de abril de 2013

La Presunción Kafkiana



Alguien debía haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana. De esta forma comienza la novela "El Proceso" (Der Prozess), de Franz Kafka.

photo credit: Underpuppy via photopin cc 

En esta novela se narra el tormento del gerente bancario Josef K., el cual tras ser detenido, es sometido a un angustioso proceso judicial carente de cualquier tipo de garantía que le permita defenderse de forma justa.
Un procedimiento judicial que anulará su vida por completo, ya que nunca llegará a saber de que se le acusa, quien le acusa, y por qué se le acusa.
Nuestro protagonista se ve inmerso en un procedimiento tortuoso; obligado a declarar en dependencias judiciales insalubres, ante personas y funcionarios  excéntricos,  y siempre bajo la amenaza de la gravedad de su caso.
La novela muestra en múltiples ocasiones situaciones angustiosas, complicadas, y a la misma vez absurdas por las que tiene que pasar el protagonista; de ahí la famosa expresión “situación kafkiana”.

Por suerte en nuestra sociedad, la justicia, o más bien en nuestro sistema judicial, (y en concreto en el orden jurisdiccional penal) el detenido o imputado goza de múltiples garantías y derechos que le permiten defenderse y evitar determinadas injusticias, o situaciones arbitrarias; con ciertas salvedades claro está, pues el sistema no es perfecto.

A diferencia de lo que le sucedió a Josef K., cualquier persona detenida o imputada por alguna infracción penal en nuestro país tiene derecho, entre otras cosas, a saber por qué está detenida y los hechos que se le imputan, a la asistencia de letrado, a un juicio con todas las garantías y a la presunción de inocencia.
Es esta última garantía, la de la presunción de inocencia, la que en muchas ocasiones olvidan ciertos medios de comunicación.

¿Quién no ha visto alguna vez la típica noticia en la que se afirma que el detenido o imputado es un presunto homicida, o un presunto agresor?
Lo correcto sería hablar de imputado,  y no de presunto criminal, o presunto delincuente; pues de acuerdo con la Declaración Universal de los Derechos Humanos "Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa."



photo credit: mira66 via photopin cc 



Un claro ejemplo de esto fue un caso que se dio en Tenerife, en el que tras el fallecimiento de una niña de 3 años, se señaló al compañero sentimental de la madre como presunto agresor, violador, y asesino de la menor.
Durante su detención, este hombre fue insultado y linchado socialmente; muchos medios de comunicación llevaron a cabo una autentica sangría contra su persona, y al final, el que se supone que era el presunto agresor, el presunto violador y el presunto asesino, quedó en libertad sin cargos; en pocas palabras, se demostró que era inocente.

¿Dónde estaba toda esa gente que le gritaba e insultaba mientras lo llevaban detenido?
De ellos dijo que no recibió disculpa alguna, no obstante sí por parte de los medios de comunicación que se habían ensañado contra él, ya que habían dejado huella de la injusta presunción, y por lo tanto se vieron obligados a “reparar” públicamente el daño provocado.
Este es un claro ejemplo que nos demuestra que debemos ser prudentes cuando hablamos o señalamos a alguien, y que evidentemente la presunción es la de inocencia y no la de culpabilidad.

A todo esto, no olvidéis "El Proceso", es una novela muy recomendable.




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